ANIVERSARIO D. DANIEL ALONSO

ANIVERSARIO D. DANIEL ALONSO

TODAS LAS PERSONAS QUE FORMAN EL EQUIPO DE TRABAJO DE DANIMA FELICITAMOS A D. DANIEL ALONSO CON MOTIVO DE SU ANIVERSARIO ASÍ COMO DEL RECONOCIMIENTO DE SU PUEBLO NATAL NOMBRÁNDOLE HIJO PREDILECTO.

 

LE AGRADECEMOS SU TESÓN, SU PERSEVERANCIA, SU GENEROSIDAD Y SU BONDAD, CLAVES PARA EL ÉXITO DE TODA UNA VIDA PROFESIONAL Y DE NUESTRA QUERIDA EMPRESA DANIMA.

 

«Pedí la cuenta en Cristalería porque no era lo mío, y menos mal», dice el empresario, que será hijo predilecto de su pueblo, Arija (Burgos)

Nunca quiso ser empleado de nadie. Inquieto, con visión empresarial y con dotes de líder, desde muy joven decidió que quería hacer lo que le gustaba, lo que quería. A Daniel Alonso Rodríguez le dijeron en la Cristalería Española de la década de los años 50 del siglo pasado que tenía un buen futuro por delante, que podía llegar a contramaestre. «Menos mal que dije que no, que me iba», dice el fundador del grupo industrial que lleva su nombre y de la multinacional Windar Renovables.


Daniel Alonso cumple 90 años, y el próximo día 26 recibirá el título de hijo predilecto de su localidad natal, Arija, en Burgos, donde vivió hasta los 17 años, cuando la familia se trasladó a Avilés, como otros 5.000 vecinos de la localidad y su entorno, para trabajar en Cristalería Española. El empresario habla con cariño de su origen, y ahora, con la perspectiva que da la edad, refiere sin resentimiento de lo que trabajaba ya con 10 años. «Nací en 1934, y la guerra es dura, pero la posguerra... había hambre y necesidades, y de aquellas todo el mundo trabajaba para ayudar y vivir un poco mejor», cuenta. Ya en Arija entró a trabajar en Cristalería siendo menor de edad. La empresa en la que su padre, sus vecinos, sus amigos, todo el pueblo, trabajaban. Y en ella trabajó también en Avilés, pero «dos años y nueve meses. Yo quería hacer otras cosas».


Empezó en un pequeño taller, el de Titi, hasta que se fue a la mili a Zaragoza, y cuando volvió ya montó su propio taller. Al principio combinaba el empleo en Cristalería, «ocho o diez horas», y luego se iba a su pequeño taller hasta bien entrada la noche. Hasta que pidió la cuenta en la empresa. «Me dijeron que era una pena, porque tenía futuro. Pero aquello no era lo mío y me fui. Creo que hice bien», dice riendo.


Su primer «gran trabajo» fue una caja de camión de hierro para Ensidesa, en cuya construcción se utilizaban unas antiguas cajas de madera. Y fue un éxito. A partir de ahí, empezó a recibir encargos y su pequeño taller fue creciendo, y fue incorporando personal. La innovación fue clave en ese crecimiento. «Nunca decía que no a un encargo, y cuando lo conseguía pensaba: pues a ver cómo lo hago.

Y entonces fabricábamos las máquinas que necesitábamos o adaptábamos lo que teníamos», relata el empresario. Esta práctica es marca de la casa, porque han pasado los años y aún hoy se sigue utilizando esa fórmula adaptada a los tiempos. La empresa fue creciendo, y sumando sociedades, aunque las más conocidas eran Danima y Daorje, un nombre conformado con las primeras sílabas de sus tres hijos varones, Daniel, Orlando y Jesús. También está Sonia, «la pequeña». Los cuatro son fruto de su matrimonio con María Agustina Villarón, «que siempre me aguantó», dice muy serio. Otras sociedades son Idesa, Dacero, y así hasta dieciséis. Pero el gran salto llegó en 2007, con la constitución de Windar Renovables.

Para esta operación, la dinastía Alonso Villarón realizó su primera desinversión, vendiendo el 75% de 8 de las 16 empresas del Grupo Daniel Alonso (caso de Daorje) al fondo de capital riesgo británico 3i. Windar Renovables fue fruto de la alianza del Grupo Daniel Alonso y la entonces compañía española Gamesa, que en aquel entonces presidía Guillermo Ulacia, quien conocía del potencial de la firma asturiana por su cargo como director general de la división de productos planos de Arcelor y la vicepresidencia de Aceralia entre 2002 y 2005. La nueva empresa se acabó convirtiendo en una multinacional líder en su sector, y aunque ahora pertenece al fondo de inversión británico Bridgepoint, sigue sintiéndola como propia.


«Tuve éxito haciendo lo que me gustaba y trabajando mucho. Bueno, llevo 80 años trabajando, pero ahora ya decidí que en vez de ir a las ocho de la mañana a la oficina, voy a empezar a ir a las diez». Menos el viernes, que tendrá que ir a su pueblo, a Arija, para celebrar el sentido homenaje que le están preparando en reconocimiento a su esfuerzo y al apoyo que siempre brindó a los arijanos.

Fuente: La Nueva España

 

 

 

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